Os dejo una carta de un cofrade y costalero, os recomiendo que la leáis, aunque parezca larga, es muy interesante.
Hola amigos, os escribo esta carta a todo el mundo cofrade y
costalero, intentaré no dar nombres ni advocaciones, solo espero que después de
leerla os guste.
Todo empieza un buen día con tan solo 17 años, cuando tuve la
oportunidad y el valor de poder meterme debajo del palio de una Virgen, aunque
no fuera la de mi hermandad, aquellos primeros días de cuaresma, pasaban como
el viento y casi sin quererlo, llego el gran día, iba hacer mi primera estación
de penitencia como costalero, la noche antes de ese gran día, no fui capaz de
poder conciliar el sueño, y todavía a día de hoy, sigo cerrando los ojos y sigo
viendo a ese costalero, al cual no eran capaces de calmarle los nervios,
nervios que después de más de 30 años, le siguen entrando los mismos miedos,
las mismas inquietudes, y como sigue sintiéndose un chaval después de tantos
años, al poder ser un privilegiado, pues nunca en su vida podrá estar más cerca
de Dios, o en su caso en esos primeros años de su querida Madre.
Estos podríamos catalogar como el sentimiento de un costalero,
hace unos pocos días me dijo una muy buena amistad, que ya hacía muchos años
que no teníamos la oportunidad de vernos, uno mismo se labra su camino, pues lo
que siembres como persona, cristiano y cofrade será el pan de tu querida familia,
será el árbol de tus frutos, la luz que alumbra tu habitación y la necesidad
que tengas de ayudar y de ser ayudado…
Todavía suelo buscar y mirar en mi pasado como cofrade y
costalero, y suelo rebuscar las muchas verdades, que esconden los rincones del
alma, y muchos libros ajenos, sigo buscando el verdadero sentimiento de un buen
cofrade, y de un mediocre costalero o como se suele decir en esta vida uno más
del montón
Solo intento, el poder conjugar las ideas de capataces expertos
y maestros de este mundo, que en el pasado y en el presente, que han logrado
dejar muchos legados y vivencias, que en estos días nos siguen ayudando, para
poder convertirnos en unas mejores personas de lo que realmente somos, pero
tendrán que pasar muchas vidas y años para darnos cuenta, que jamás
encontraremos esas respuestas a tantas preguntas como nos hacemos, desde que en
su día todos empezamos en este mundo de la costalería. Así es como llegas a la
conclusión definitiva a la que cualquier cofrade llegaría tras intentar
profundizar en algo que nunca nos podrá pertenecer.
Me revientan esos costaleros, que no sienten en su corazón ir
debajo de su Señor o de su Madre, y que
solo vienen a figurar delante de tus amistades o de tu pareja, sin embargo yo
si lo siento, porque me siento hermano de verdad, porque creo en lo que sobre
mis hombros llevo, tal vez para esos otros costaleros, el llevar a nuestro
Señor o a su Bendita Madre nos consideren hipócritas.
A veces me da muchísima vergüenza de decir que soy cofrade, si
es que lo de ser cofrade, tendrá algo que ver con todo estos pensamientos míos
de corazón, me da vergüenza en todo lo que se ha convertido el mundo de la costalería,
nada mas que hay hipócritas y muchos costaleros palomos y saca-pasos.
Últimamente me ha dado por soñar despierto, queriendo ver cómo
pasan junto a mí, un completo mundo de sensaciones, cuando se aflora la tan
renombrada primavera de Nuestro Dios, y no seré capaz nunca de hallar esa tan
rebuscada respuesta, a esa pregunta hecha a través de cualquier frase o un
texto escrito, porque ese verdadero sentimiento de un buen cofrade y de un muy
normalito costalero, nos la llevaremos dentro.
Aquel que por cualquier situación personal o de fe se
viera visto atraído por esa llamada que nuestro Señor o su querida Madre
Bendita, ya trae consigo el suficiente aval o ganas de poder vestirse de nazareno,
e incluso de discípulo de nuestro Señor y de su Bendita Madre, para poder
honrar con su trabajo como cristiano o como hombre de las trabajaderas, su
santo nombre y su Evangelio.
Qué hermoso es ser un buen cofrade y si de camino podemos ser
costaleros veríamos la grandeza que tiene su misterio, tanto si es
en una caja de madera, cuando te pones tu túnica, cuando te pones un traje de
músico y rezas con tu instrumento, o cuando te pones tu pantalón de costalero, tu
camiseta y tu faja, porque contra mas lejos creas que tengas a tu Señor o a su
Bendita Madre, los tendrás mas cerca de lo que piensas.
Son muchos días sin dormir, muchos kilómetros en la carretera, demasiadas
horas de coche con amistades, malos momentos personales y de trabajo, impresionantes
los momentos de felicidad, de sonrisas, de muchos momentos de lagrimas por no
poder hacer esa tan esperada y querida estación de penitencia, muchísimos
abrazos, momentos de desengaños en lo personal y en tu faceta de cofrade, enfados
y malos gestos y acciones con tus hermanos de tu cofradía, sentimientos, emociones
y por supuesto despedidas de personas que no lo pudieron hacer en su hermandad
pero de lo que más me pueda sentir orgulloso es de que lo pudiera hacer en la
misma cuadrilla en la que he tenido la suerte y el placer de compartir todos estos
sentimientos, seguido de mucho trabajo, sudor, esfuerzo y en todas y cada uno
de esos sentimientos haya una buena parte de un cofrade, de un costalero o de
un músico, aquel que se está formando cada minuto de nuestra corta vida, con el
devenir de nuestras propias experiencias como cofrades, costaleros o músicos
que se ven impregnados por un mar de lagrimas, cuando tienen la suerte y la
responsabilidad de poder tocarle a los titulares de su querida hermandad, y
todo por aquel que por nosotros murió en un madero, y que nos hará volver a
despertar, y encender nuestros corazones de cofrades, para sin pensarlo un solo
minuto acudir a la llamada del Señor o de su Bendita Madre María.
Todo esto hace que sin saber el porqué, crezca el amor por esta
bendita pasión, por una responsabilidad como el de costalero, que no tiene
engaños y que de verdad hace que ese milagro de la Resurrección de Nuestro
Señor, siga siendo posible, pregonarla por las calles y rincones de nuestras
ciudades y de nuestra región.
El trabajo callado detrás de un antifaz o detrás de un faldón,
solemos encontrarnos con nosotros mismos, pudiendo sentir esos momentos o
instantes de mil formas diferentes, sufriendo y soportando el peso de las
horas, el cirio, la insignia, esa cruz de penitencia o ese peso castigador de
las trabajaderas, ganándole cada segundo de nuestra estación de penitencia,
para ir ganando esa partida al cansancio, a la fatiga, al sueño e incluso a la agonía
por dejarlo, pero nuestra fe es mucho más fuerte que todo eso.
Forjándose con nuestra fe verdadera por cada centímetro de calle
en su racheo, intentando guardarse esas vivencias, para que luego podamos
canjearlas por esas sonrisas, lagrimas y momentos especiales de esa estación de
penitencia ya acabada con nuestros amigos y hermanos de la cofradía, todo lo
cambiamos por momentos de efímera felicidad, que los tendremos en nuestros
corazones de por vida.
Todo ello eres tu hermano cofrade y tu hermano costalero, por
que como bien me dijo un buen amigo, desde cualquier sitio en tu hermandad,
también se llega a Nuestro Señor o a su Bendita Madre, pero que si tienes la
suerte de ser costalero desde las trabajaderas también se llega a Dios…
PD: Le debo dar las gracias a mis capataces Jorge y Sergio (y aquí si pongo sus nombres), y a
todos los contraguías que me permitieron el poder sentirme costalero. Gracias a
ellos y a la gran cuadrilla de hermanos costaleros, que me acogieron desde el
primer día como uno más, y que por supuesto, no tendré tiempo en esta vida ni
en la siguiente que me toque vivir, para agradecerles todo lo que me han dejado,
y espero que me dejen seguir disfrutando.
GRACIAS